Desde que tengo memoria me recuerdo como una persona social y amistosa, creo que eso me ha llevado a cada lugar y a cada propósito en esta vida. Sin embargo, no pensé que debía llegar a mis 50 años para recién comenzar a dimensionar todo lo que implica esta palabra y menos aún el efecto catalizador que generan estas relaciones de amistad, cuando agregas el ingrediente adecuado y es que estoy convencida que disfrutar de buenos amigos contribuye a mejorar nuestra calidad de vida y según estudios a que esta sea más duradera y feliz.
Para asentar mi afirmación les dejo un par de ejemplos; "Según Concordia University en Canadá, tener amigos ayuda a segregar la hormona de la oxitocina la cual lleva a experimentar una sensación de bienestar. Esta está relacionada directamente con las relaciones sociales. Una investigación de la American Psychological Association afirma que tener a los amigos cerca en los malos momentos aumenta la hormona llamada cortisol, que está directamente relacionada con el estrés. La segregación de dicha hormona hace que tengas una actitud más positiva ante situaciones problemáticas”.
Mientras más lo pienso, entiendo dónde nace este gusto por generar relaciones de amistad y aunque conforme pasan los años van quedando algunas en el camino, pero van naciendo otras, lo cierto es que tanto las primeras como las últimas nos dejan experiencias, aprendizajes, crecimientos y en su mayoría buenos recuerdos. Y no olvides lo que importa es la calidad por sobre la cantidad de ellas.
Mas de alguna vez habrás escuchado que los amigos son la familia que se elige y efectivamente es así; piensa en todas las veces que le permitiste a ese amigo-amiga dar su opinión sobre tu actuar, y es porque se llega a tal confianza donde nos conocemos en todas nuestras versiones, sabemos de nuestros éxitos y fracasos, penas y alegrías, en donde su apoyo fue fundamental en situaciones de estrés, de baja autoestima, traumas, matrimonios y divorcios, perdida de trabajo, etc.
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