Tomar la decisión de ir por una meta es un desafío al que diariamente nos enfrentamos. La clave se basa en la actitud que marcamos al inicio de algún recorrido; sin embargo, muchas veces empezamos con toda la actitud y luego en el camino esa energía se podría ir diluyendo por los cambios y el proceso en sí que conlleva cumplir una meta.
Creo que muchas veces no somos conscientes de lo potentes que podemos ser cuando nos conectamos con nosotros mismos, y creo que hablarnos con convicción y valorando nuestro propio proceso es clave para lograrlo. La decisión de dar y entregar todo lo mejor de ti es algo que solo cada uno sabe y elige todo el tiempo, absolutamente nadie mejor que uno mismo para tener la respuesta.
Hace unos días tuve un desafío muy lindo que además de producir bienestar, me desafío poniéndome a prueba todo el tiempo y fue un desafío deportivo. El deporte los últimos años me ha traído grandes beneficios, me enseña a ser disciplinada, a salir de mi zona de confort, y que con esfuerzo y consciencia todo se puede.
Mi meta era correr una carrera de trail running de 22 Km en las Sierras de Córdoba en Argentina, y los últimos 5.3 Km fueron los que te dices ya tienes hecha la carrera, no falta casi nada, pero no fue así, fueron los más desafiantes. ¿Por qué?. Todo el plan inicial cambió, salió un sol de 28 grados y esos últimos kilómetros la carrera se puso muy técnica. Ahí fue el momento en que me miré a mi misma, y empecé a reconocerme, a ver mi propio proceso para haber llegado hasta ese punto, y se me vino a la cabeza dos personas claves: mis entrenadores. Mi entrenadora confía mucho en mí y siempre me da alas para volar, y mi entrenador me enseña a ganarle a mi cabeza todo el tiempo, que es ganarle a la vida la verdad. Creo que si esto lo llevamos a las organizaciones, esos entrenadores pueden ser tu guiando a tu equipo. Ganarle a una carrera es ganarle a cualquier desafío todo el tiempo.
En las últimas millas también sale a relucir, el cansancio, las complicaciones, los imprevistos cuando creemos que ya tenemos el proyecto casi cerrado. Por tanto tener un equipo con el que apoyarse es clave, que importa si uno va más rápido, al medio o al final. El equipo en las organizaciones nos acompaña todo el tiempo y creo que sea el desafío que tengas al frente, reconocer el proceso para llegar a la meta es lo más valioso, porque todos tenemos procesos y tiempos diferentes. En todos estos últimos kilómetros me sentí más fortalecida que nunca y pude cruzar la meta con mucha satisfacción, saque la fuerza desde la cabeza y lo logre.
Hay un antes y un después de una carrera, hay un antes y un después de un desafío sea deportivo, laboral o lo que elijas, hay que reconocerse y vivirlo con determinación. El cruce de meta es un hito, esos hitos que te marcan porque decidiste no tirar la toalla cuando se puso duro, cuando te dio miedo, tu seguiste para delante nomas…y por ello, no habrá otro mejor momento que ese para ir tras la celebración, no hay otro, es ese y es ir con el equipo que te haya tocado y con la posición en que hayas estado, es tu equipo y el equipo se apoya, comparte y celebra los logros juntos.
Me encanto ver cada vez más líderes mujeres en la línea de partida, mostrando pasión y entrega por este deporte y haciendo su cruce de meta una realidad; así como en muchos otros espacios o disciplinas y ver que durante toda la carrera el apoyo es fundamental, al subir un peldaño, al cruzar un río o frenar cuando hay que hacerlo. Siento orgullo, porque no bajamos los brazos hasta terminar a pesar de miedos y cansancio.
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